Por: John Jairo Torres de la Pava
Una característica notable de la época de la Modernidad es que el hombre comienza a tener conciencia de sí mismo. «Para Hegel, la modernidad se caracteriza por un modo de relación del sujeto consigo mismo» (Parra, 2014, p. 6). La Modernidad, como movimiento, resalta el papel crucial del ser humano, de su existencia y de su libertad —al menos en sus inicios—. Surge a finales del siglo XIX inspirado en el pensamiento racionalista de René Descartes (1595-1650). El hombre cree poder encontrar la verdad a través de la razón. Retoma el concepto de la estética, rompe con el pasado, plantea nuevos valores, nuevas formas de producción, nuevas tecnologías y busca nuevos caminos para evolucionar y progresar. Una prueba de ello es la Revolución industrial.
Tantos avances trajeron consigo una nueva sociedad citadina, el rompimiento con el mundo medioeval, el derrumbamiento del feudalismo, la aparición del capitalismo, la resignificación de los conceptos de tiempo y velocidad, la reestructuración de los medios de producción, el desarrollo de la ciencia (que le da la capacidad al ser humano de descubrir la realidad e ir más allá de sus fronteras) y la producción en serie —incluso del arte—, entre otros aspectos.
Pero más que una revolución, que un movimiento artístico y de renovación cultural, la Modernidad fue un movimiento filosófico —o al menos un proyecto—. «En buena medida, la filosofía moderna es el reflejo de la nueva forma (burguesa) de ver el mundo.» (Torres, 2014, p. 14).
La Modernidad emerge contra la tradición y contra las barreras que le impiden al hombre trascender. Propone la separación de Dios y del hombre, su liberación de la tiranía del clero y de los reyes, la reivindicación de lo humano, de sus derechos, y la reafirmación de la idea del humanismo ilustrado. Eso es filosofía moderna. Esta filosofía se gesta en el renacimiento, desde los siglos XV y XVI. Immanuel Kant (1724-1804) afirma que “La filosofía es la ciencia de los fines últimos de la razón humana” (Kant, citado por Ojeda, 2007, p.15). El Racionalismo permitió el surgimiento de grandes utopías sociales, políticas, económicas, tecnológicas, científicas, comunicacionales, culturales, e industriales; lo que dio origen a transformaciones de gran alcance en la sociedad occidental de esa época y que trajo consigo el desarrollo de las sociedades industriales modernas, además del rápido crecimiento de las ciudades. «La razón se instaura como tribunal supremo ‘ante el que ha de justificarse todo lo que en general se presente con la pretensión de ser válido'» (Habermas, citado por Parra, 2014, p. 6)
El hombre que habitó la Modernidad estaba comprometido con la humanidad, creía en ella y en que a partir de los cambios —fundamentados en ideales racionales, claros y firmes— conseguiría grandes avances. Logra el dominio de la naturaleza por medio de la razón humana y es capaz de crear usando la razón, materializada en la ciencia. Ahora la creación no es un poder exclusivo de los dioses… el nuevo hombre quiere reinterpretar el mundo para cambiarlo. «El Hombre moderno adquiere la conciencia de estar inserto en una historia que está hecha por el propio hombre.» (Parra, 2014, p. 7). A partir de la Modernidad el hombre vuelve a ser el centro del universo y adquiere la categoría de ‘ser civilizado e individualizado’ que hará parte de una sociedad de individuos libres pero sujetos a las normas de los Estados-Nación, con acceso a la educación y al trabajo.
En la obra de la gran mayoría de filósofos de esa época «podemos encontrar un sensible cambio en forma de nuevos intereses, nuevos problemas, nuevas tentativas de solución y hasta un nuevo estilo de filosofar muy diferente al usado en la época anterior. Esta nueva filosofía en la que consiste la modernidad es la expresión de los profundos cambios que se dieron en todos los órdenes sociales y culturales a partir del siglos XVI.» (Torres, 2014, p. 13)
El hombre de la Modernidad pudo, entonces, escudriñar en la razón de las cosas y a partir de la conciencia adquirida —y en virtud de la propia razón— pudo crear maquinas, descubrir leyes y desarrollar la ciencia y la tecnología.
La Modernidad fue un movimiento filosófico, que modificó el pensamiento, el arte, las tendencias culturales y a la sociedad occidental misma, al instaurarse como el espíritu de una época que hizo del sujeto (del hombre como individuo) su centro de reflexión y de estudio.
Referencias:
Ojeda, M., et Al. (2007). Ética: una visión global de la conducta humana. Tomado de: http://cursoslibres.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2014/08/Etica-una-vision-global-de-la-conducta-humana-Maria-da-Olalla.pdf.
Parra, F. 2005. Modernidad y postmodernidad: desafíos. Chile: Red PHARO.
Torres, F. (2014). La Modernidad. Tomado de: https://franciscomartintorres.wordpress.com/category/historia-de-la-filosofia/page/3/.
2 comentarios en “La Modernidad: una filosofía”
La modernidad fue una de las promesas incumplidas. Ni la primera ni la última… y seguimos creyendo!
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FELICITACIONES A JOHN JAIRO Y QUE FIEL A SU PASION COMO GESTOR CULTURAL, SIGA ABONANDO CON SUS CREACIONES, FOTOS Y CONCEPTOS EL ACERVO CULTURAL DE NUESTRA ÉPOCA. Jaime Betancur Hoyos